El aseo, si bien no tan cuidado en aquellos años primitivos, fue una preocupación constante así como deshacerse de los residuos corporales. Todas las civilizaciones aportaron sus experiencias y es por todos conocido el grado de adelanto y sofisticación de los romanos con sus baños públicos y termales, las cuidadas instalaciones sanitarias de sus casas y los, para nosotros insólitas letrinas colectivas en donde los usuarios charlaban y socializaban entre sí, ya que estaban ubicadas en un recinto sin ningún tipo de división.
Buenos Aires en sus primitivos años también tuvo que afrontar la necesidad de resolver estas cuestiones y por mucho tiempo el famoso “agua va” regó las calles porteñas. El Virrey Vertiz, siempre sensible a los problemas urbanos, tuvo la intención de procurar salubridad mediante la prohibición de arrojar a la calle agua de las letrinas, desperdicios y basura. No tuvo demasiado éxito y muchos espacios públicos como la plaza hoy llamada de Mayo eran un gran barrizal lleno de desperdicios que se pudrían al sol.
Buenos Aires en sus primitivos años también tuvo que afrontar la necesidad de resolver estas cuestiones y por mucho tiempo el famoso “agua va” regó las calles porteñas. El Virrey Vertiz, siempre sensible a los problemas urbanos, tuvo la intención de procurar salubridad mediante la prohibición de arrojar a la calle agua de las letrinas, desperdicios y basura. No tuvo demasiado éxito y muchos espacios públicos como la plaza hoy llamada de Mayo eran un gran barrizal lleno de desperdicios que se pudrían al sol.
La muestra “El cuarto de baño, un lugar para el aseo y la intimidad”, organizada por el Museo de la Ciudad, se puede visitar en su sede de Defensa 219 hasta el 24 de agosto.
Hagan click! para leer un breve resumen de la historia del cuarto de baño porteño, es interesante.
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